lunes

¡Bienvenido 2014!

Aquí vamos. Nuevamente yo estoy empezando un año en marzo y no crean que es intencional, es simplemente falta absoluta de ganas y por supuesto, de inspiración. 

Pero este 2014 es diferente, tiene algo que le ayuda a la escritura y a eso le llamamos: proyección.


Y aunque esa palabra se mantiene muy  presente  en la vida, no es tan audaz e imponente como se pensaría. La proyección es terca porque combate con los demonios del fracaso y por eso mismo, al final es tan dificil de evalular, y es así cuando se va volviendo igual de complicada que aquello a lo que llamamos soñar.

Proyectarse es planear, y planear no es otra cosa que soñar con la firme convicción que tenemos todo para lograr los sueños. ¡Ay, morí! Suena bonito ¿Verdad? Pero no lo es, soñar sin bases es difícil porque jamás saldrán los resultados tal y como los "soñamos".


¡Ay, cuanta ironía!

La naturaleza humana nos ha convecido que lo más importante a la hora de soñar es que precisamente no tenemos que compartir con los demás estos anhelos y así el fracaso será menos doloroso y sobretodo, menos público.

Porque está muy claro que la vergüenza es un sentimiento que solo se presenta cuando hay la posibilidad de ser juzgados por alguien, algunos o todo el mundo.

Yo le temo al francaso. Tenía que decir algo así en esta entrada porque es lo que único que normalmente me detiene a volar por mis sueños y proyectarme hacia el futuro. Y dice una amiga, que esto me hace más fracasada de lo que podría llegar a imaginarme. 


Sin embargo empecé esta entrada hablado que el 2014 es para mi y demás que para otros, el año de  la proyección y esto es, porque es una necesidad casi de primer grado.  Es además primoridal que empiece a revisar la escala de prioridades y que por supuesto empiece a actuar, aunque si soy sincera, lo que más preocupa es eso de actuar. 


Me da física pereza y soy muy alergica al fracaso.

De todas formas ¡Bienvenido 2014! Y ya veremos que pasa.